Método 1: Una brocha suave y seca.
La manera más simple de limpiar tu pintura es simplemente pasándole, ligeramente, una brocha suave y seca. Asegúrate de que no haya pintura o humedad en la brocha antes de que toques con ella tu arte. Sacude suavemente el polvo y la suciedad que se han acumulado sobre la obra. Asegúrate de que la brocha que uses esté tenga cerdas suaves.
Método 2: Saliva.
Si, así como lo lees. Algunos museos e historiadores usan saliva para limpiar pinturas. La saliva tiene una estructura diferente a la del agua y es menos propensa a dañar las obras de arte pues no reacciona ni disuelve los elementos. Si planeas usar este método, el asunto no se trata simplemente de escupir sobre la pieza. En lugar de esto, humedece un hisopo con saliva y pásalo suavemente por la superficie de la pintura.
Notas sobre este método: